
3, 2, 1... ¡Despierta! Historias que cambiarán tu forma de percibir la realidad
Tres historias que transformarán tu percepción: el sesgo del superviviente, la trampa de la oposición, y cómo los problemas graves pueden ser la llave al cambio que necesitas.
Hoy es mi santo,
Me he levantado a las 8 de la mañana en la casita de campo a la que vamos algunos fines de semana.
He aprovechado que (aun) no llovía para recoger algo de leña y encender la estufa que tenemos para que cuando mi mujer y mis hijos se levantaran se encontraran la casa caliente.
También he aprovechado para estar media horita sin camiseta al aire libre, haciendo algunos ejercicios de suelo pélvico y recuperando vitamina D después de tantas semanas de lluvia,
Luego se han despertado mis hijos y hemos desayunado y bailado un poco.
Hoy solo puedo sentir agradecimiento por la vida que tengo y por el privilegio de poder escribirte cada domingo para contarte algo que, espero, te ayude a vivir más y mejor.
En este correo encontrarás 3 historias, las 2 personas premiadas y una entrevista donde cuento cómo está cambiando mi mentalidad y de cómo vivo la vida en 2025.
Espero lo disfrutes y te sean útiles.
3 historias para reflexionar
Las tres historias que te comparto hoy tienen algo en común: todas nos muestran cómo nuestra percepción puede transformar completamente nuestra realidad y nuestras decisiones.
El error de fijarse en los agujeros de bala
En 1943, mientras la Segunda Guerra Mundial se cobraba miles de vidas en el aire, el gobierno americano se enfrentaba a un dilema crítico: ¿cómo conseguir que más pilotos regresaran con vida?
El Centro de Análisis Estadístico pidió ayuda a un matemático brillante pero poco conocido, Abraham Wald. Cuando llegó a la sala de reuniones, se encontró con paredes llenas de diagramas de aviones. Ingenieros y militares de alto rango señalaban con preocupación las zonas marcadas en rojo—alas, cola, fuselaje lateral—donde se concentraban la mayoría de los impactos de bala.
"Aquí está la evidencia", le dijeron con convicción. "Estas son las zonas que más impactos reciben. Si las reforzamos con blindaje adicional, salvaremos más vidas".
Wald observó los diagramas en silencio durante varios minutos. Algo no cuadraba. Finalmente preguntó: "¿De dónde habéis sacado estos datos?"
"De todos los aviones que han regresado de combate", respondió orgulloso un coronel.
Una leve sonrisa apareció en el rostro de Wald. "Entonces tenemos un problema fundamental. Estáis analizando únicamente los aviones que han sobrevivido".
La sala quedó en silencio. Wald continuó: "Lo que vemos aquí no son las zonas a reforzar, sino precisamente lo contrario. Son las áreas que pueden recibir impactos sin que el avión se estrelle. Lo verdaderamente importante son las zonas donde NO vemos impactos en estos diagramas".
Señaló las áreas del motor y la cabina del piloto, que aparecían sorprendentemente limpias de marcas rojas. "Estas son las partes críticas. Los aviones alcanzados aquí nunca regresaron para formar parte de vuestras estadísticas".
Esta revelación cambió por completo el enfoque del programa de blindaje, salvando incontables vidas.
Lo que Wald descubrió ese día va mucho más allá de la aeronáutica militar. Es un principio que gobierna silenciosamente nuestra percepción de la realidad: el sesgo del superviviente. Nos fijamos obsesivamente en quienes alcanzan el éxito, estudiamos sus hábitos, copiamos sus rutinas... pero ignoramos sistemáticamente las variables críticas que derribaron a todos los que intentaron el mismo camino y fracasaron.
¿Y si lo que realmente determina nuestro éxito no es lo que hacemos, sino lo que evitamos hacer?
Este sesgo del superviviente no solo afecta a cómo analizamos el éxito, sino también a cómo construimos nuestras identidades, como verás en la siguiente historia...
La ideología de estar en contra de todo
La semana pasada estaba escuchando una entrevista con dos expertos en nutrición con visiones aparentemente opuestas: un defensor de la alimentación basada en plantas y un promotor de la dieta keto. Mi ilusión era aprender cuáles eran los puntos de encuentro, esos principios fundamentales que trascienden las etiquetas dietéticas.
Pero lo que presencié durante las dos horas de entrevista me dejó un sabor amargo.
La conversación rápidamente se transformó en un duelo de "anti-argumentos". Uno dedicaba sus intervenciones a desmontar estudios veganos. El otro contraatacaba señalando los riesgos cardiovasculares de las grasas saturadas. Ninguno parecía interesado en construir, solo en demoler la posición contraria.
Esa entrevista refleja un patrón destructivo que se extiende mucho más allá de la nutrición: construimos identidades basadas en la oposición.
Es como si la pregunta "¿Qué defiendes?" nos hiciera sentir vulnerables, demasiado expuestos. Preferimos la seguridad de la trinchera, donde solo necesitamos disparar contra las ideas ajenas sin revelar demasiado las propias.
Y mientras muchos construyen su identidad desde la oposición, otros descubren su verdadero camino precisamente cuando se enfrentan a crisis que parecían devastadoras...
La gran suerte de tener un accidente de moto
Hace un año entrevisté a Edgar Barrionuevo, un experto en salud. Durante la entrevista me contó su historia personal, que nunca he olvidado y que cambió por completo mi perspectiva sobre las crisis vitales.
"Con 17 años sufrí un fuerte accidente de moto", me contaba Edgar. "Me rompí el plexo braquial... tuve el brazo inmóvil durante dos años".
Mientras lo escuchaba, imaginaba a ese adolescente que, como él mismo reconocía, solo pensaba en "cochazos, ligar más y fiestas". Un chico que incluso contemplaba dejar los estudios porque no les veía sentido.
Pero el accidente lo cambió todo.
"Durante la rehabilitación conocí a fisioterapeutas y entrenadores. Veía a chavales que me llevaban cuatro o cinco años por delante, y empecé a preguntarme qué habían estudiado", explicaba Edgar. "Me dijeron 'he hecho INEF', y yo ni siquiera sabía qué era eso. ¿Una carrera del deporte? Entonces lo tuve claro: quería dedicarme a esto".
La paradoja es fascinante: ese accidente que parecía una tragedia terminó siendo el catalizador de una vida dedicada a la salud. Edgar, quien quería abandonar los estudios a los 17, ahora a sus 43 tiene una cuenta de instagram de éxito desproporcionado, está completando su tesis doctoral y ha escrito varios libros sobre ayuno.
"No he parado de estudiar. Quería dejar de estudiar con 17 años y tengo 43 y no he parado", me decía con una sonrisa.
Esta conversación me hizo reflexionar sobre cuántos divulgadores de salud (me incluyo) hacemos lo que hacemos precisamente porque hemos vivido en carne propia un problema grave que nos obligó a buscar soluciones.
Y al mismo tiempo, cuántas personas a mi alrededor permanecen atrapadas en vidas que no les satisfacen porque sus problemas, aunque reales, no son lo suficientemente graves —al menos a corto plazo— como para forzar un cambio radical.
Es una terrible paradoja:
A veces, el mayor obstáculo para transformar nuestra vida no es tener problemas graves, sino tener problemas perfectamente tolerables que nunca llegan a empujarnos al límite.
Estas tres historias nos invitan a cuestionar nuestras percepciones:
¿Estamos mirando los datos correctos?
¿Construimos desde la afirmación o desde la negación?
¿Necesitamos esperar a una crisis para transformar nuestra vida?
La respuesta a estas preguntas podría cambiar completamente tu trayectoria vital.
2 ganadores de la encuesta
La semana pasada os hice una pregunta en mi correo y prometí que habría 2 ganadores que tendrían como premio a escoger:
Una suscripción PRO durante 1 año (cuesta 97€)
Una conversación conmigo de 30 min
Quiero agradecer a todos los que os tomasteis el tiempo de responder. Lo que me contasteis es súper valioso para mí.
He pedido a Chat GPT que escoja 2 personas al azar y estas son:
María José Ibarz
Marcos Castro Sandúa
Si leéis esto os podéis poner en contacto conmigo y me decís que premio escogéis.
1 Entrevista sobre filosofía de vida y trucos para vivir más y mejor
Hoy ha salido publicada la entrevista que mis amigos Uri y Omar, de Antifragil Podcast, me hicieron hace unos días.
Fue una conversación en la que nos salimos de lo tópicos típicos para tratar algunos temas un poco más profundos de lo habitual: esfuerzo, fracaso, éxito, abundancia, dogmatismo, ternura…
Espero que la disfrutes
Si te apetece déjame un comentario y cuéntame que te ha parecido este correo.
¿En qué área de tu vida podrías estar cometiendo alguno de estos tres errores? Tómate un momento para reflexionar sobre ello.
¡Nos vemos la semana que viene!
Caballero, creo que tengo una propuesta interesante para nuestras newsletter. ¿Podríamos hablar?