El entorno más hostil
Conspiraciones, asesinatos y otras fuerzas que han moldeado nuestro genoma
Durante centenares de miles de años el ser humano ha vivido en un entorno terriblemente peligroso y de una complejidad sin paragón.
Un paso en falso podía representar la muerte. El éxito era sólo para unos pocos: se conseguía con planificación, mucha inteligencia y cooperación..
La presión de ese entorno fue tan fuerte que los homínidos evolucionaron a marchas forzadas, en 3 millones de años, el cerebro humano pasó de 350 a 1.300 gramos, cuadriplicando el tamaño que nuestros ancestros habían tardado 60 millones de años en conseguir.
Pero no solo el cerebro se vio afectado.
Nuestro comportamiento también cambió radicalmente permitiéndonos crear sociedades de una complejidad nunca vista, hasta convertirnos en la especie hegemónica de la Tierra.
Ese entorno tan hostil no era la selva ni la sabana, era… ¡LA TRIBU!
👉 La presión selectiva más fuerte que el ser humano ha sufrido es el propio ser humano, en un proceso llamado la “auto-domesticación”.
Hoy vamos a explorar una historia increíble de millones de años llena de luchas por el poder, asesinatos por la espalda y violencia sin cuartel.
Pero antes de empezar…
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La paradoja de la agresividad
Adolf Hitler ordenó la ejecución de ocho millones de personas y fue responsable de la muerte de muchos millones más, pero en su entorno privado era agradable, amistoso y paternal. Odiaba la crueldad con los animales, era vegetariano y adoraba a su perro Blondi.
Pol Pot, líder de la revolución de los Jemeres Rojos que eliminó a una cuarta parte de la población de Camboya, era un profesor de historia francesa de voz suave y amable.
Estos dos casos extremos ejemplifican el comportamiento esquizofrénico que presenta el ser humano:
En sus círculos estrechos es el animal más dulce y cooperativo … pero al mismo tiempo.
Es increíblemente agresivo con los que considera sus enemigos.
Esto, junto con la inteligencia y capacidad de usar herramientas, nos hace cometer las atrocidades más espantosas
Al contrario de lo que puedes pensar, de estas dos capacidades la más extraña no es nuestra agresividad, sino la capacidad de ser tolerantes y cooperativos.
Pero para entender bien nuestra “bondad” antes tenemos que enfrentarnos a nuestros dos lados oscuros.
La agresividad reactiva
La agresividad reactiva es una respuesta inmediata a una amenaza e implica ira o miedo.
Comienza con la activación del sistema nervioso simpático, produciendo la respuesta de lucha o huida: se libera adrenalina, el corazón late más rápido, se moviliza la glucosa, se dilatan las pupilas, se seca la boca y se inhiben procesos no esenciales como la digestión y el pensamiento racional1.
Es fruto de una inseguridad con nuestro entorno: si creemos que estamos en peligro reaccionamos rápidamente de forma agresiva ante cualquier amenaza para protegernos.
La agresividad reactiva es variable entre personas y dependiendo del momento.
Las personas con más agresividad reactiva tienden a ser menos empáticas, pierden los estribos más fácilmente y son más rápidos a amenazar y pelearse. Representan entre un 0.4 y un 4% de la población y les llamamos psicópatas2.
👉 Pero en general el ser humano, aunque no lo parezca, tiene una agresividad reactiva extremadamente baja comparada con animales salvajes.
La prueba definitiva para verlo es la de la bofetada.
Si alguien te hace esto:
Te enfadarás y darás un grito. Algunos hasta puede que devuelvan la bofetada, pero en general la cosa no pasará de aquí.
Por el contrario, si le haces esto a un chimpancé lo más probable que salte sobre ti y te mate
Menciono al chimpancé porque es nuestro primo hermano en el mundo animal, pero esto lo podríamos aplicar a casi cualquier otro animal salvaje.
Dejando de lado (pre)juicios morales este tipo de reacción es extremadamente útil: quien reacciona antes delante un potencial peligro tiene más probabilidades de sobrevivir y si eres fuerte y “arrollas” a tus rivales tendrás más éxito reproductivo.
Cómo veremos más adelante, hace falta un entorno muy seguro para que este comportamiento no sea ventajoso.
Pero hay otro tipo de agresividad
La agresividad proactiva
La agresividad proactiva no está inmediatamente precedida por una excitación emocional.
No hay una amenaza instantánea a la que responder.
Esta agresividad se caracteriza por la presencia de un plan intencional y frecuentemente por la ausencia de emoción en el momento de la agresión.
Es la capacidad de ejercer violencia fría y calculadora que tenían Adolf Hitler, Pol Pot o la que hoy en día nos muestra Putin cuando ordena lanzar drones suicidas contra objetivos civiles.
Normalmente la agresividad proactiva se ejecuta cuando el riesgo de sufrir daños propios es desmesuradamente más pequeño que la de infligir daños al otro.
Este tipo de agresividad también es muy útil en el mundo natural: eliminar a tus competidores te asegura acceso a los recursos naturales limitados.
Podemos ver este comportamiento en chimpancés y en otros primates, pero innegablemente los seres humanos ejercen una violencia proactiva centenares de veces superior a la de cualquier otro animal3.
La agresividad proactiva y reactiva son dos polos opuestos. Una no puede aparecer cuando la otra está presente.
Podríamos decir que la reactividad agresiva nos permite luchar en caso de amenaza y la proactiva nos permite cazar o afianzar nuestros dominios.
La pregunta claves es:
¿Por qué los humanos hemos perdido la agresividad reactiva pero aumentado la proactiva?
La respuesta está en la TRIBU
Los seres humanos hemos sido seleccionados para ser dóciles
Una de las características de los humanos es que dentro de nuestras comunidades sociales tenemos una baja propensión a luchar.
En comparación con la mayoría de los mamíferos salvajes, somos muy tolerantes.
Nuestra tolerancia social proviene de que tenemos una tendencia relativamente baja a la agresividad reactiva.
Mientras que la violencia que hace que luchemos guerras es la agresividad proactiva.
Es innegable que nuestra baja agresividad reactiva ha sido un gran éxito evolutivo.
👉 Ser más tolerantes, tener confianza mutua y poder entendernos es esencial para trabajar juntos y cooperar. Esta cooperación es la que nos permitió cazar animales más grandes y fuertes que nosotros, acumular conocimiento y, en último término crear la sociedad ultra sofisticada en la que vivimos hoy en día.
Pero esta docilidad no siempre fue ventajosa.
En primer lugar, todo parece indicar que los antepasados del ser humano eran mucho más agresivos de lo que somos hoy en día.
Los otros grandes primates, chimpancés, gorilas, orangutanes y hasta los bonobos (considerados los primates más sociables) tienen una agresividad reactiva centenares de veces superior a la de los humanos4.
Nuestros antepasados presentaban características morfológicas asociadas a la agresividad (cómo veremos más adelante).
Esto es normal.
👉 Ser agresivo tiene ventajas incuestionables.
Imagínate un grupo de proto-humanos con alta agresividad.
En ese entorno había una especie de carrera armamentística genética donde los machos más fuertes y agresivos eran los Alfa del grupo y tenían más éxito reproductivo, perpetuando estas características.
Evidentemente hay un punto en que ser agresivo ya no es una buena estrategia (si estás constantemente luchando tendrás más números de morir y si matas a toda tu tribu en un ataque de rabia no podrás reproducirte) pero en un entorno natural este umbral es muy alto.
Fíjate que entre los chimpancés el 100% de las hembras son agredidas sexualmente por los machos y es normal que un macho mate a crías que no son suyas.
Pero hace 1 millón de años sucedió algo extraordinario en un grupo de proto-humanos que cambió los equilibrios de poder dentro de una tribu y empezó una nueva era de cooperación.
Y para entender que sucedió antes tenemos que visitar a los zorros y los bonobos.
La historia de los zorros
En los años 50 el científico ruso Dmitry Belyayev inició un proceso de crianza selectiva para domesticar al zorro siberiano.
Su objetivo era muy prosaico: la piel de este zorro era muy preciada y tener animales dóciles facilitaba mucho poder criarlos en cautividad.
Su técnica de selección era sencilla: Si en zorro reaccionaba con agresividad ante cuidador lo mataban, si reaccionaba con docilidad le permitían aparearse5.
En muy pocas generaciones los zorros seleccionados no solo pasaron a ser mucho más dóciles, también cambiaron físicamente:
Los cambios más evidentes son:
Infantilización (dientes. mandíbula y cara más pequeños, hocicos más cortos, infancia más larga)
Decoloración del pelaje.
Reducción del tamaño del cerebro.
Reducción del tamaño corporal.
En definitiva, el Dr. Belyayev reprodujo en un laboratorio y a marchas forzadas lo que el ser humano ya había conseguido con los perros, las vacas, los cerdos y todos los animales domésticos con miles de años de selección.
Lo interesante de este estudio es que demostró que la selección por un comportamiento da como resultado cambios en el aspecto.
La ciencia aún no ha encontrado una respuesta a que causa esta correlación, pero todo parece indicar que los genes asociados a una menor agresividad también están implicados en el desarrollo del cuerpo.
Lo más importante es que
👉 Esta correlación entre cambio de aspecto y cambio de comportamiento es común en todos los animales domesticados.
Perros (lobos domesticados)
Cerdos (jabalíes domesticados)
Y humanos:
Si comparamos los homos sapiens con los neandertales (la especie homínida más cercana a nosotros) vemos que el sapiens presenta:
Infantilización: dientes, mandíbula y cara más pequeños.
Cuerpo más pequeño y menos musculoso.
Cerebro más pequeño6.
👉 Los ser humanos han sufrido un proceso de domesticación y los más domesticados de todos eran los homos sapiens.
De hecho, muchos historiadores creen que esta alta domesticación y mayor capacidad de cooperación fue lo que permitió al homo sapiens prevalecer sobre el neandertal7.
Qué el ser humano ha sido domesticado no es una idea nueva.
Los griegos ya lo postularon hace 2.500 años y hace más de 3 siglos que esta hipótesis se plantea en los círculos científicos8.
Y este descubrimiento nos lleva a un nuevo enigma y a un desenlace sanguinario.
¿Quién domesticó al ser humano?
La historia de los bonobos
El bonobo es el primate más dócil que se conoce (a parte del humano).
Curiosamente, hasta 1954 se creía que los bonobos eran crías de chimpancé.
Las dos especies se parecen mucho
Pero en realidad son dos especies distintas.
Los bonobos se diferencian de los chimpancés por ser:
Menos musculosos
Con dientes, caras y cráneos más pequeños
Más infantilizados
Pelaje más claro y
Mucho más cooperativos.
¿Te suena?
Efectivamente, los bonobos son una variante domesticada del chimpancé.
Pero es evidente que nadie domesticó a los bonobos. Este proceso se produjo dentro la propia especie.
Actualmente se cree que sucedió lo siguiente:
“Los chimpancés viven en una orilla del rio Congo y comparten hábitat con los gorilas.
Los gorilas, más grandes y fuertes, son los dueños de los claros del bosque, donde se alimentan de los tallos tiernos de hierva sin tener que moverse mucho.
Los chimpancés viven en la selva y tienen que recorrer grandes distancias para encontrar fruta y alimento.
En ese entorno de escasez la agresividad del chimpancé es una ventaja, ya que la lucha por la comida es constante y las hembras chimpancés tienen que aguantar a machos (muy agresivos) que las protejan de otros machos (aún más agresivos).
Pero hace unos cuantos millones de años se abrió un paso en el rio Congo y algunos chimpancés encontraron nuevos territorios sin gorilas.
Allí, los proto-bonobos tuvieron acceso a los claros del bosque con comida más abundante.
En ese entorno las hembras se dieron cuenta que ya no tenían que aguantar a machos agresivos y los echaron del grupo, iniciando un proceso de selección parecido al que el Dr. Belyayev realizó en su laboratorio con los zorros.
Tras millones de años de esta selección los bonobos desarrollaron comunidades matriarcales el comportamiento cooperativo y la apariencia de un animal domesticado, en un proceso llamado auto-domesticación.”
Este es el mismo proceso que sufrió el homo sapiens.
Pero en nuestro caso fue un proceso en esteroides que nos transformó en una especie con una inteligencia y capacidad de comunicación extraordinaria.
La tribu, los chismorreos y la alianza de machos Beta
Nuestros antepasados, al igual que los chimpancés y bonobos, vivían en pequeños grupos (de 30 a 50 individuos) muy jerárquicos y dominados por un macho Alfa.
Pero hace unos 200.000 años los humanos desarrollaron una nueva estrategia de supervivencia y adaptación al medio: el lenguaje.
Esta capacidad que, de entrada, parece tan banal demostró ser más eficaz que tener más fuerza, velocidad o dientes largos.
👉 El lenguaje permite que muchos individuos se coordinen para vencer a presas más grandes y fuertes.
Esta coordinación no implica menor agresividad (los chimpancés se coordinan muy bien, pero son muy agresivos).
El lenguaje, per se, tampoco propiciaba una sociedad más igualitaria.
Imagínate como tenía que ser la vida en estas comunidades hiper-sociales.
40 o 50 individuos viviendo juntos sin secretos.
En ese entorno sin privacidad atacar al líder era muy peligroso.
En cuanto el macho Alfa, más fuerte y agresivo, se enteraba que otro macho quería suplantarle iba a por él… y no tenía compasión.
Solo otro macho más fuerte, joven y agresivo podía desafiar al líder.
Pero el lenguaje trajo un efecto secundario inesperado: el chismorreo.
Fue, justamente, la capacidad de chismorrear la que propició el proceso de auto-domesticación humana.
Para un macho de la corte, más débil y menos agresivo que el rey, la única manera de tomar el poder era con una alianza con otros machos y un ataque sorpresa.
La dificultad estaba en saber en quien confiar y en quien no.
Es aquí donde el chismorreo y la sutilidad ganaron la batalla.
Ese macho con ambición buscaba aliados, identificando en quien confiar y en quien no mediante conversaciones casuales y sutiles.
Cada paso se tenía que dar con cuidado, para evitar ser detectado.
Primero una mirada reprobadora…
Luego una pequeña crítica en forma de broma…
Una insinuación que las cosas podrían ser distintas…
Poco a poco se formaba una alianza secreta de cortesanos conspiradores.
Una vez la alianza estaba creada, se planificaba meticulosamente el ataque para que fuera sorpresa y abrumador.
Hasta que llegaba el momento y…
💥⚔️🩸💀
El macho Alpha era eliminado y los usurpadores tomaban el poder.
Pero la lucha no terminaba ahí.
Los nuevos líderes se vigilaban mutuamente. Si uno eximía demasiada agresividad o intención de liderar en solitario, los otros lo eliminaban.
Y así durante generaciones y generaciones:
👉 Los más agresivos, fuertes o ambiciosos eran eliminados. Los más calculadores, con más labia y cooperativos mantenían el poder y se reproducían más.
Esta historia, que parece sacada de una novela intrigas en la corte, fue la presión selectiva que nos permitió desarrollar las capacidades que nos han hecho triunfar como especie:
Baja agresividad reactiva.
Cooperación.
Trabajo en equipo.
Pero también es la semilla de muchos de nuestros males:
Una agresividad proactiva tan alta.
Supresión de la diversidad.
La violencia de género.
Y más allá de la anécdota, entender las fuerzas que nos han moldeado también nos hará entender mejor quienes somos.
Todo esto te lo cuento en mi próximo artículo.
Me gustaría saber si este artículo ha te despertado alguna emoción o reacción.
Pensar que los atributos que consideramos buenos son fruto de una lucha por el poder y de centenares de miles de asesinatos selectivos no es muy alentador.
Recuerda que la naturaleza y la evolución no se rigen por reglas morales, sinó por quien tiene más hijos.
Puedes dejarme un comentario aquí o en Twitter, donde más gente lo verá:
La semana que viene te hablaré de las implicaciones que tiene vivir en una tribu donde todos tienen que ser iguales, la chacra de la violencia doméstica, el origen de la moralidad y porque hoy en día estamos INCREIBLEMENTE MEJOR que nunca, aunque tengamos mucho trabajo por hacer.
Por qué tendrías que hacerme caso
Hace mucho tiempo que me fascina el tema de la auto-domesticación humana.
Cuando leí unos artículos de la revista Science9 grabé este vídeo en YouTube:
Luego este tema pasó a mi retaguardia mental hasta que escuché una entrevista al Dr Richard Wrangham y posteriormente me leí su libro “The Goodness Paradox”.
Este artículo resume su teoría sobre la auto-domesticación humana.
A mí me parece muy interesante y plausible pero, cómo toda teoría científica, no puedo asegurar que sea cierta.
Si conoces alguna teoría alternativa déjame un comentario.
¡Me encantará conocerla!
Nos vemos en unos días.
Dodge y Coie 1987. El Instituto Nacional de Salud Mental lanzó un plan estratégico en 2008 para comprender los mecanismos biológicos que subyacen al comportamiento agresivo. Su objetivo era integrar la investigación clínica con la neuropsicología mediante la creación de categorías de comportamiento que reflejan la forma en que funcionan el cerebro y el cuerpo. Pusieron la agresión en tres categorías. La agresión proactiva (u ofensiva) y la reactiva (o defensiva) eran dos, pero también incluían la "falta de recompensa frustrante", que es la agresión expresada por alguien que no puede obtener lo que quiere. Este tercer tipo probablemente se considere apropiadamente como una subclase dentro de la "agresión reactiva. https://www.nimh.nih.gov/research-priorities/rdoc/units/index.shtml
Psychopathy: clinical features, developmental basis and therapeutic challenges. D. F. Thompson Pharm D FASHP FCCP,C. L. Ramos PhD RPh,J. K. Willett Pharm D Candidate First published: 23 May 2014 https://doi.org/10.1111/jcpt.12182
“De vez en cuando, los machos de un grupo de chimpancés organizan batidas al límite de su territorio. Si encuentran a un miembro de otro grupo se lanzan sobre él, lo inmovilizan y lo matan a golpes. Esto solo sucede si el grupo atacante tiene una ventaja de 8/1 contra el grupo agredido. Esta superioridad numérica asegura que el grupo atacante no sufrirá ninguna herida en su ataque. Se ha visto que los grupos de chimpancés que tienen este comportamiento tienden a ser más grandes y a controlar un área mayor. Es, por lo tanto, una estrategia de éxito a nivel evolutivo. Demonic Males: Apes and the Origins of Human Violence richard wrangham https://amzn.to/3VlT0hX”
En general, la agresión física entre humanos ocurre a menos del 1% de la frecuencia entre cualquiera de nuestros parientes simios más cercanos. Comparados con ellos, en este sentido, somos realmente una especie dramáticamente pacífica. Surbeck et al. 2012.
A partir del mes de edad y continuando todos los meses durante la infancia, los zorros fueron evaluados por sus reacciones a un experimentador. El experimentador intentaba acariciar y manipular al zorro mientras le ofrecía comida. Además, los experimentadores observaron si los zorros prefería pasar tiempo con otros zorros o con humanos". Cuando el zorro alcanzaba la madurez sexual a una edad de siete a ocho meses, realizaban la prueba final y le asignaban una puntuación general de mansedumbre". Entre los factores que medían estaban la tendencia a "acercarse a un experimentador que estaba parado frente a su corral" y "morder a los experimentadores cuando intentaban tocarlo.
Los neandertales tenían cerebros más grandes que los sapiens. 1410 cm3 los neandertales y 1350 cm3 los sapiens
Sapiens. De animales a dioses: Breve historia de la humanidad Yuval Noah Harari https://amzn.to/3rTQSAf
La domesticación se debe comprender como un seguido de características fenotípicas (aspecto de cualquiera de los rasgos de una especie), que tienen base genética y cuya presencia define el llamado “síndrome de la domesticación”. Muchos de los animales domésticos y nosotros mismos compartiríamos esos caracteres, regulados por una familia concreta de genes.
Este video está inspirado en dos podcast de la revista Science. Los puedes encontrar en estos enlaces: http://bit.ly/2uZnzis y http://bit.ly/2P3ZTm0